Un total de 966.924 estudiantes con necesidad específica de apoyo educativo se benefició de algún tipo de refuerzo durante 2022-2023. Esa cifra supone un 2% más que en el curso anterior y representa el 12% del total del alumnado. En concreto, 262.732 discentes (más de una cuarta parte) obtuvo apoyo por necesidades educativas especiales asociadas a discapacidad o trastornos graves, mientras que 704.000 (el 72,8%) lo recibió por otras necesidades específicas.

Según la ‘Estadística de las Enseñanzas no universitarias. Alumnado con Necesidad Específica de Apoyo Educativo curso’ del 2022-2023, publicada por el Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes, casi ocho de cada diez de estos estudiantes se concentran en las enseñanzas básicas: un 42,5% en Educación Primaria, un 32,5% en Secundaria Obligatoria y un 4,3% en Educación Especial específica.

En cuanto a las diversidades funcionales más frecuentes, destacan los trastornos del espectro autista, que afectan al 29,7% de los alumnos y las alumnas con necesidades educativas especiales; la discapacidad intelectual (26,1%) y los trastornos graves de conducta (13,5%). A estos se suman los estudiantes con discapacidad motora, auditiva y visual, que representan, respectivamente, el 5,9%, el 3,5% y el 1,5% de dicho colectivo. Un 4,5% son discentes con pluridiscapacidad.

Del total del alumnado con necesidades educativas especiales, el 84,2% está escolarizado en centros educativos ordinarios y el 15,8% restante, en centros y unidades de Educación Especial. Por tipo de discapacidad, los mayores porcentajes de escolarización en centros ordinarios corresponden a los trastornos graves de conducta (98,1%), los trastornos graves de la comunicación y el lenguaje (98%) y discapacidad auditiva (95,5%). El menor nivel de escolarización en los citados centros se da entre los estudiantes con pluridiscapacidad, con un 40,9%.

Dentro del alumnado con otras necesidades específicas, destaca el que recibe apoyo educativo por situaciones de vulnerabilidad socioeducativa, que supone un 36%. Les siguen los alumnos y las alumnas con trastornos del aprendizaje (31%), trastornos de la atención (7,8%), trastornos leves y moderados del desarrollo del lenguaje y la comunicación (7,7%), y los estudiantes con altas capacidades intelectuales (7,3%).